Para gobernar, Sumar

Juan Pablo Martínez Díaz
8 min readJun 21, 2023

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Sobre frentes amplios, cercos mediáticos, las oleadas populistas y la disputa por el sentido común

Sumar. Elaboración propia

Tiempos vertiginosos son los que vivimos en el panorama político actual, enmarcado en la emergencia climática, la ofensiva de la ultraderecha y un creciente sentir de que no hay otra alternativa posible de modelo socioeconómico y cultural. Un caso particular, por lo que representa para mi generación, es lo que está sucediendo en España; donde el 15M y el movimiento de los indignados fueron la cuna de una nueva fuerza política, Podemos, la cual inauguró un nuevo tiempo para las izquierdas en el mundo, uno que dejara atrás la catástrofe soviética y el reformismo limitado de la socialdemocracia, inspirado por los gobiernos de la Ola Rosa latinoamericana. Años después, su crecimiento inspiró al Frente Amplio de Boric en Chile, retejió fuerzas en Brasil, Uruguay, México y Colombia; así como inspiró el resurgir laborista con Jeremy Corbyn en Reino Unido, la Union Populaire francesa, acompañó a ΣΥΡΙΖΑ (SYRIZA) en Grecia y a más movimientos en el resto del mundo.

Una fuerza política que entendió que su potencia residía en no ser un simple frente de organizaciones progresistas, sino algo más amplio que conglomerara al pueblo frente a las élites, las de abajo contra los de arriba, las más contra los menos. Una visión transversal, que entendió que para aspirar al sentido común, debía dejar con respeto sus banderas rojas y sus símbolos históricos, para construir un proyecto de naciones donde cupieran todas y todos. Que las instituciones podían estar en las calles y que las redes sociales, así como los medios de comunicación alternativa, podían mover la opinión pública. Que sí se podía otro mundo, que sí se podía gobernar, que sí se podía poner al centro a la gente. Incluso tras el inicio del declive de ese primer momento, marcada ya la disputa en el núcleo del partido en Vistalegre II entre la visión, así como el liderazgo, de Pablo Iglesias con la de Íñigo Errejón, el nombre de su coalición enunció esa idea emocionante: Unidas Podemos. Y sí, se pudo, no todo, pero se avanzó como nunca lo hubiéramos imaginado.

Varios años después parece que la ola ha vuelto a estabilizarse, a punta de martillazos, en el océano: Podemos no logró el sorpasso pero sí entró al gobierno para ser el motor del cambio en la coalición con el PSOE, sin embargo las disputas internas y escisiones, los ataques mediáticos y la hermandad cada vez creciente entre Vox y Partido Popular han hecho de la realidad digna lograda algo insuficiente para el sueño planteado en el origen de la formación, el hartazgo social y el anhelo de un nuevo orden marcaron la pauta de los últimos años. Los tiempos cambiaron y por lo tanto la estrategia debía hacer lo propio.

Un video que revela el discurso del “primer Podemos”, días posteriores al anuncio de la construcción del partido. Pablo Iglesias presenta su análisis sobre la democracia contemporánea frente a la de Alberto Garzón, nuevo dirigente de Izquierda Unida, la formación histórica heredera del Partido Comunista. Recomiendo particularmente a partir del minuto 40, donde habla de “emocionar con algo más allá de la unidad de las izquierdas”. Años después, Garzón defendería la tesis de Iglesias y el lider de Podemos la postura de Garzón.

Las olas populistas: el segundo Podemos y la época de enfriamiento

Podemos, así como el resto de fuerzas a la izquierda del Socialismo, plantearon distintas salidas para el enfriamiento. Tras la salida de Pablo Iglesias, quien pasó la batuta a Yolanda Díaz, el espíritu del espacio entró en conflicto, no tanto por el modelo de país, sino por la estrategia y forma de lograrlo, el viejo debate del corazón de Podemos: ¿el cielo se toma por asalto o por consenso?, como enunció Iglesias citando los escritos de Marx. La dirigencia morada, fiel a la tesis pablista del asalto, en el último año planteó una ofensiva ante las cloacas mediáticas, puso al centro de su agenda las posiciones antiOTAN en la guerra rusoucraniana e hizo suya las agendas de vivienda, feministas y de la diversidad. Con sus aciertos y errores, el aparato mediático reaccionó y cada error de Podemos se disparó en una ola de críticas, mal interpretaciones y sobre exposición de los errores, sobre todo contra sus liderazgos femeninos: Ione Belarra e Irene Montero. La marca aumentó en su desgaste, lo cual dio como resultado su casi desaparición en las pasadas elecciones autonómicas y municipales del 28M.

El resto de fuerzas como Barcelona en Comú, Compromís, Más Madrid e Izquierda Unida, exaliadas de Unidas Podemos, apostaron al consenso, calmaron el discurso y tejieron alianzas, apostaron por la salud mental, el medio ambiente y la reforma laboral. Renunciando a la épica, así como aceptando algunos de los marcos imperantes, lograron ampliar su votación en varias comunidades, a pesar de perder la mayoría de sus gobiernos estratégicos; sus marcas alzaron o mantuvieron relevancia, incluso con sus lideresas teniendo que dar un paso al costado como Ada Colau en Barcelona.

La forma es fondo, siempre. Y si unos creen que lo prioritario es “la sanidad pública y la justicia social” y otras creen que lo es “la justicia social y la sanidad pública”, pareciera que lo que hay que hacer es ir juntas, sumar. El problema: ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? En medio de todo el despliegue de estrategias surgieron patadas bajo la mesa, indirectas en televisión nacional, batallas campales en Twitter, vetos y declaraciones cruzadas en los platós. Unos tachados de sectarias, la “izquierda matona”, otras de traidoras, “la izquierda cuqui”; la historia de siempre para las fuerzas progresistas y en ello, la disminución de la posibilidad de la mejora de vida de la gente. Y no es menor, la forma definiría no solo el discurso y la estrategia hacia fuera, sino la distribución de posiciones, presupuestos y equilibrios hacia dentro. Yolanda Díaz, con la creación de la plataforma Sumar, pretendió unir a todas estas fuerzas y visiones, generar acuerdos e inaugurar, entendiendo que la antigua ola se había calmado, una nueva vanguardia a la ofensiva. El texto a continuación, escrito por Pablo Elorduy para El Salto, relata las virtudes y defectos en esta disputa interna.

Tras la avanzada del PP y Vox en las autonómicas y municipales del 28M, Pedro Sánchez, Presidente de España y líder del PSOE, anunció la disolución del Congreso y el adelanto de las elecciones generales al 23 de julio, crispando la victoria de la derecha y disminuyéndole campo de maniobra para formar sus gobiernos locales, así como presionando a su izquierda, la cual soñaba con arreglar el conflicto con unas primarias y negociaciones multilaterales, viéndose obligada a negociaciones cerradas en un ambiente de creciente desgaste interno.

Yolanda Díaz se impuso, formando la coalición ecosocialista más grande en la historia contemporánea del país. Sumar, un frente amplio que aglutina a las fuerzas progresistas, localistas y ecologistas de España, vertidas en un mismo espacio que busca multiplicar fuerzas y garantizar resultados transformadores. A la manera del Frente Amplio en Uruguay, el Frente Amplio de Chile o la Nouvelle Union Populaire Ecologiste et Sociale francesa, Sumar busca un horizonte de disputa y de conciliación, entendiendo que ese momento, el 15M, donde las plazas llamaban al cambio y las calles se desbordaban en movilizaciones , es insostenible, por lo que debe generar una fuerza institucional flexible, así como capaz de adaptarse a los otoños democráticos; no por ello, agotando su capacidad de transformación para ptencializar las primevaras.

Algunos de los partidos que forman parte de la coalición de Sumar.

Aprendizajes a exportar: una institución que agradezca y el poder fuera del gobierno

A poco más de un mes de las elecciones españolas el escenario no es lo adelantador que parecía ser a inicios del 2023, mucho menos a comparación de lo vivido entre 2011 y 2015. Una ultraderecha que cada vez se construye más así misma como la opción rebelde, diferente y capaz de unificar los intereses de las y los españoles está al acecho. No queda más que augurar fuerza, imaginación y voluntad a nuestras compañeras que ponen sus sueños en Sumar, así como en los movimientos sociales, asociaciones civiles, la academia y los medios de comunicación y de economía alternativos. Lo que nos toca en nuestras latitudes, además de acompañar, es recoger los que considero aprendizajes para nuestras luchas compartidas:

  1. - Unidad. La unidad no es un fin, es un medio. Es necesaria e insuficiente a la vez. Hay que superar nuestras trincheras y hablarle al que piensa distinto, adaptar nuestro discurso, ocupar sus círculos mediáticos, construir nuevos sentidos. Mientras entendemos que juntas somos más fuertes, podremos caer mil veces, pero siempre levantarnos. Y sobre todo, que esta unidad toma tiempo, crear institución, reglas, equilibrios, sanciones, incentivos, mirar fuera de los partidos, entender mejor las bases y lo que pasa dentro, ser generosos, perdonar, exigir, señalar, criticar, evaluar e imaginar que siempre otro futuro es posible.
  2. Gratitud. El pase de mando de Podemos a Sumar fue abrupto y violento. Por la historia de Podemos hacia muchos de los partidos que antiguamente fueron sus socios, así como a sus militantes y dirigentes. Por la respuesta y estrategia de Sumar para reducir la imagen negativa del partido morado en los últimos años. Las gracias no se dan al final, para la foto y los buenos deseos en una campaña, se dan diario, a quien te fallo pero que va contigo, que se equivoca y rectifica. Se da las gracias a quien te abrió camino, también se les dan gracias a quien permite que el camino lo continuen. A veces las gracias se dan con un adiós, en otras con el mensaje de continuar juntas. Quizá lo más infravalorado, pero también lo más estratégico para una política transformadora y popular son las gracias. Que lo que opina una vecina tenga un nivel de incidencia, que los equipos de trabajo tengan agencia sobre sus acciones, que las diferentes se platiquen y ante la ruptura el abrazo de frente sea la alternativa de ilusión y no la de calamidad. Las peronistas decían: “quien gana conduce y quien pierde acompaña”. ¿Cómo generar condiciones para resolver los conflictos? Agradezcamos no solo al final, sino con alternativas concretas para seguir juntas día a día.
  3. Poder real. Unidas Podemos vivió en carne propia el ataque mediático y judicial de las élites, no tenemos porque dudar de que será lo mínimo que nos pase a las fuerzas políticas progresistas en nuestra región. Ante ello, toda opción realista, estratégica y transformadora debe apostar por formar redes más allá de su partido y de sus gobiernos. Redes en los medios de comunicación, en las academias, en los movimientos sociales, en las asociaciones vecinales, en sindicatos y empresas. La elección más importante no es cada cita en las urnas, es la lucha cotidiana por el sentido común de la época. A todo cambio político real le es necesario una transformación de valores y prácticas. Y aquí sale mi lado más gramsicano: Ganar los gobiernos no es ganar el poder. La fuerza nace de las personas organizadas y del conjunto de la sociedad, sin ellas, no habrá aprobación, popularidad, buenas intenciones o gestiones que basten para hacerle frente a las emergencias múltiples que vivimos.

Todo esto se enuncia de manera más sencilla de lo que se realiza, vénganme a contar. Pero si algo nos enseñó Podemos es que no hay que dejar de soñar. Si algo nos enseña Sumar es que no hay que soltar, hay que articular y renovar. Hay que estudiar, hay que salir a las calles, hay que asumir la contradicción, hay que discutir, hay que acompañar, hay que gestionar, hay que redistribuir, hay que imaginar, hay que escuchar. Un paso por delante. Prepararnos para ganar, pero sobre todo para perder. Generar condiciones para siempre poder seguir adelante.

A Podemos, a sus aliadas, a sus militantes y a lo que inauguró: gracias.

Pablo Iglesias en la Puerta del Sol en 2015.

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Juan Pablo Martínez Díaz
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Written by Juan Pablo Martínez Díaz

Gestión Pública y Políticas Globales en ITESO. Pesimista esperanzado. Saude. Ciencia(s). Municipalista tapatío. Planificar la utopía.

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