Hacia la democratización del
sistema de medios de información
Polarización, fake news, monopolios mediáticos y la construcción del sentido común en las sociedades contemporáneas.
Introducción
“No puede haber una restauración a un pasado imaginario
de veracidad innegable. Eso sería imposible” .
-Matthew D´Ancona
El mundo ya no es lo que era. Frente a un mundo volátil y vertiginoso, las democracias parecen letárgicas respecto de las necesidades de las sociedades contemporáneas y requieren de sistemas de medios de comunicación a la altura de la crisis civilizatoria que afrontamos: crisis climática, inseguridad, alza de precios, desigualdad creciente.
Por ello, el ensayo aborda la construcción del sentido común y el papel de los medios en la discusión pública, examinando la polarización y la importancia de la delimitación del sujeto político. Se recurre a conceptos de Foucault, Gramsci y Mouffe para entender cómo se construye la subjetividad y la política a partir del conocimiento y la diferencia. La polarización se presenta como un momento de peligro y oportunidad, según Mouffe, que requiere reconocimiento de las diferencias reales en la sociedad.
La sección siguiente aborda el impacto de las fake news, la concentración de medios, los algoritmos y los afectos en las sociedades contemporáneas. La desconfianza en los medios de comunicación se evidencia, y se subraya la necesidad de repensar el sistema de medios para garantizar pluralidad, así como la transparencia.
Finalmente, se propone la profundización de la democracia a través de medidas como la importancia de los datos, la regulación de las transnacionales tecnológicas, y la redefinición de conceptos relacionados con el bien público y los derechos individuales. Se aboga por un sistema de medios más abierto y democrático, con propuestas específicas como la creación de medios públicos autónomos, la expansión de medios locales y comunitarios, la creación de un Consejo Regulador de las Comunicaciones, y la garantía de condiciones laborales y seguridad para periodistas.
La construcción del sentido común y el papel de los medios en la discusión pública
“En lo comunicacional se juega la gran batalla del
poder político en cualquier sociedad moderna”.
- Álvaro García Linera
La realidad se construye y transforma en función de cómo se percibe. Antonio Gramsci (2017) sostenía la idea de que el éxito de un proyecto político depende de obtener una amplia legitimidad, es decir, de convertirse en el proyecto dirigente aceptado por la opinión pública y arraigado en el sentido común de la sociedad. Esto no implica necesariamente que dicho proyecto sea el dominante, o sea el que ocupe los espacios mayoritarios en el poder gubernamental u otros factores reales de poder. Para el pensador italiano, la sociedad civil, entendida como todo lo que no pertenece a entidades públicas, es un terreno de disputa, siendo, de hecho, el espacio fundamental de lucha y construcción en las democracias modernas.
Para Gramsci (2017), así como se sostiene en este ensayo, ganar el control del gobierno no equivale a ganar el poder; esta tarea implica, sobre todo, la creación de condiciones que permitan el cambio, su implementación y su constante defensa desde diversos espacios. De esta manera se posicionan como relevantes los actores que forman la opinión pública, así como quienes propagan la información: los medios de comunicación.
A la luz de este esquema se presentan tres posiciones del papel de los medios en la formación de la opinión pública, y por ende, en la construcción de los problemas públicos y la consolidación de la disputa política, así como en la gobernabilidad de una sociedad: 1) el modelo normativo de Habermas, 2) el modelo psicosocial, la espiral del silencio, de Noelle-Neumann y 3) el modelo popular de Álvaro García Linera.
En primer lugar, para Habermas la opinión pública es un problema práctico moral formado en un proceso racional de consenso social, otorgando legitimidad a la democracia. De igual forma, para el filósofo y sociólogo alemán la acción comunicativa tenía una relación con el mundo de vida, es decir, que este era el espacio en el que los individuos y sus intereses se reconocen entre sí, se confrontan y forman acuerdos. La opinión pública es producto del consenso racional de los individuos y los grupos que estos forman, por extensión los medios de comunicación, son mediadores de los mensajes de cada uno de los grupos, guardianes de la estabilidad y fiscalizadores de los excesos del poder (Portillo Sánchez, s.f.).
Por su parte, el modelo psicosocial de Noelle-Neumann plantea que la opinión pública es una censura elaborada mediante control social que de manera natural todos los individuos de una sociedad tienden a reconocer intuitivamente, “no eligen dónde posicionarse, sino con quién estar”, en palabras de Neumann (Portillo Sánchez, s.f.). De esta manera, los individuos buscan tendencias en el clima de opinión, influyendo esta búsqueda en cómo estos forman su expresión pública o por el contrario, la ocultan. El consenso, más que un resultado de un proceso deliberativo y racional con el objetivo explícito de producir beneficios comunes, resulta una imposición proveniente de los actores con mayor capacidad de movilización de opinión pública por sus recursos materiales, institucionales y simbólicos. Los medios de comunicación como los verdaderos sujetos de las democracias, condicionantes del voto y movilizadores de intereses particulares.
Punto medio surge con la visión de Álvaro García Linera (Página12, 2021) exvicepresidente de Bolivia, inspirado en la tradición gramsciana y mouffiana, que entienden que la política es la lucha por el sentido común y los medios forman parte de dicha disputa. La diferencia en relación a las posturas anteriores es que los medios de comunicación son vistos sí como factores reales de poder en la formación de la opinión pública, pero no condicionantes absolutos de la formación del mismo. Da agencia a las personas en la aceptación, así como construcción del sentido común, en su quehacer cotidiano y su organización política.
Polarización y la importancia de la delimitación del sujeto político
“A constituency is not a demographic fact but
a political achievement. Acts of representation
calls them into being”.
-Lisa Jane Disch
En la primera conferencia de su curso “La verdad y las formas judiciales” (1984), Michel Foucault presentó su teoría del conocimiento, que define a partir de los “dominios del saber”. Postula que el sujeto se construye sobre la base del conocimiento, así como del control y la vigilancia. Por lo tanto, para él, el conocimiento no solo se impone, sino que también se crea. Además, para el sociólogo francés, la política y la economía no son un obstáculo para el conocimiento, sino “a través de las cuales se forman los sujetos del conocimiento y, por consiguiente, las relaciones de verdad” (Foucault, 1984).
Esto se relaciona con lo anteriormente mencionado respecto a la postura de Antonio Gramsci (2017), el cual sostiene que las formas determinadas de conocimiento surgen a través del poder para poseer la “hegemonía” del “sentido común” para sostener un proyecto de sociedad, un “bloque histórico”. Según Gramsci cuando un sistema atraviesa una crisis, no significa necesariamente que deje de funcionar, sino que buscará ajustarse; esto implica una reconfiguración del sentido común. Para Chantal Mouffe (Schejtman, 2018) en ese período pueden manifestarse muchos monstruos y se construye en panorama político, en función de las diferencias reales de las sociedades, las identidades en polarización. Para ella “es un momento de peligro pero también de oportunidades”.
Lo que en México podemos entender como una etapa actual de polarización y erosión democrática, para Mouffe es solo la respuesta a una etapa de posdemocracia producto de la Transición, la respuesta al borramiento de fronteras políticas en favor de un consenso en el centro lo cual daba la ilusión de que no existían diferencias existentes legítimas- ya sean económicas, ideológicas o culturales — en nuestra sociedad. Para Iyengar y Lelkes (2012), las personas disfrutan de la afiliación grupal no solo al experimentar camaradería hacia sus compañeros, sino también al diferenciarse de sus oponentes. Mouffe señala que en ese sentido los afectos juegan un papel importante en la política “ellos movilizan pasiones, crean formas de identificación. Eso no lo puedes hacer si no polarizas. Para movilizar hay que polarizar” (Schejtman, 2018). Argumenta que la preconcepción del consenso, deja excluido a quienes piensan o viven en realidades diferentes, terminando por ser sujetos no reconocidos. No hay política sin construcción de un “nosotros” y un “ellos”. Quienes llaman a “no polarizar”, terminan por, en efecto, polarizar.
Más que condenar la diferenciación, ya que es un proceso necesario e incluso deseable en democracia, su riesgo radica en el no reconocimiento de intereses diversos, la demagogia, la desinformación y en la cerrazón a construir con o a pesar de dichas diferencias, construidas por problemas complejos, así como legitimadas por procesos políticos. Para Jane Disch (2021) “la democracia prospera cuando las luchas y sus resultados no pueden ser deducidos, predichos o contenidos por cálculos dados, cuando la política democrática en sí misma genera intereses, crea sujetos y forma alianzas”. Por ende, los medios de comunicación juegan un papel crucial en la construcción de este proceso en la discusión pública ya que colocan en el clima de opinión diversas aproximaciones de la construcción de los sujetos políticos y por consiguiente, de las causas y posibles soluciones de los problemas públicos.
Fake news, legitimidad, concentración de medios, algoritmos y los afectos en las sociedad contemporáneas
El politólogo italiano Norberto Bobbio (2017) definía a la democracia como el gobierno del poder público en lo público, es decir, un régimen sólo posible bajo un poder visible; su carácter público y abierto es lo que distingue a un Estado Constitucional de uno absolutista. Si ya se ha mencionado que el poder no solo reside en el gobierno, si no es lo que posibilita transforma el sentido común de una sociedad en la esfera de la discusión pública, podemos concluir que para la funcionalidad de nuestra democracia es necesario generar un sistema donde los actores que participan en la formación de la discusión pública, en la disputa por el sentido común, puedan hacerlo en pluralidad, apertura y transparencia, pero sobre todo con rendición de cuentas y mecanismos de control.
Ante este escenario en documentales como the Great hack (2019) producido y dirigido por Jehane Noujaim y Karim Amer, muestra el caso de Cambridge Analytica, donde la empresa proveedora de estrategia de comunicación política fundamentada en ciencia de datos, juega un papel crucial en la campaña presidencial de Donald Trump, así como en la campaña de Leave.EU ante el referéndum del Brexit como casos paradigmáticos de la utilización discrecional del Big Data y del papel de las transnacionales tecnológicas en la formación de la opinión pública.
Otras ejemplificaciones son los casos como el de Matteo Salvini, líder italiano ultraderechista de la Liga, a finales de marzo de 2020, en el contexto del arribo de la pandemia de covid-19, en la que compartió un fragmento de un programa de televisión italiano de 2015 en el cual se hablaba de un laboratorio chino trabajando en la creación de un virus a partir de murciélagos, alimentando su discurso xenófobo contra la migración proveniente de Oriente (Forti, 2022). O en el marco de las elecciones generales españolas de 2016, donde el programa La Sexta presentó la información de financiación venezolana a Podemos, partido político de izquierda, a través de una cuenta en Granadinas, pese a que el propio periodista, como se ha sabido filtrado posteriormente, lo consideraba “muy burdo” y poco creíble (Ctxt, 2023).
Sin embargo, este escenario no es novedoso. En realidad, el proceso comenzó hace décadas con casos como el de las compañías tabacaleras respecto a los daños del tabaco o las industrias de los combustibles fósiles en relación al calentamiento global (Forti, 2022). De forma deliberada, por omisión o por falta de consciencia del peso de los propios actores en la opinión pública, en sociedad mediatizadas como las formadas desde finales del siglo XIX, la duda y la confusión pública han sido una constante.
Christopher Wylie, exmiembro de Cambridge Analytica llegó a la conclusión de que “provocar ira e indignación reducía la necesidad de obtener explicaciones racionales y predispone a los votantes a un estado de ánimo más indiscriminadamente punitivo” (Forti, 2022). Pablo Iglesias, exdirigente de Podemos, sostiene que debido a ese componente emocional y psicológico presente siempre en la discusión pública, solo pensar como método a combatir esta problemática de desinformación y fake news no puede ser reducida a tener una respuesta de contrarelato exclusivamente racional, “no pueden contrarrestar la eficacia ideológica de las mentiras”, sostiene (Ctxt, 2023).
Aterrizando en México, de acuerdo con los resultados del Digital News Report 2023 del Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, en nuestro país también se desconfía de las noticias, incluso más que el promedio a escala mundial, con un 36% para este 2023 (Chávez, 2023). Este sentir es el espacio propenso al desinterés en la esfera pública, afectando el ingreso de los medios de comunicación, sumándose a un ciclo de reducción de calidad del periodismo,afectando los derechos y condiciones laborales en la profesión. A pesar de lo anterior, para YouGov Profiles, el 66.8% de la gente en México dice activamente ver, leer y buscar noticias al menos una vez al día (YouGov, 2023).
El arribo de las redes sociales ya mencionadas como Instagram, TikTok, Reddit y herramientas de mensajería com WhatsApp también han moldeado los esquemas de consumo, uso y creación de información; en otras palabras el formato y el lenguaje en el que se presenta la información, delimita en gran medida cómo se genera la discusión pública. Como lo plantea Mouffe (Schejtman, 2018), los afectos juegan un papel imprescindible en la generación de identidades políticas, así como en el interés, apropiación y difusión de la información que permita aumentar dicha afinidad. Los grandes medios de comunicación y los modelos tradicionales, a pesar de ver mermada su legitimidad y consumo, siguen teniendo un papel preponderante, sin embargo, los modelos alternativos, cortos y apegados a formatos digitales siguen ganando terreno, así como condicionando en mayor medida a la televisión, la radio y los periódicos.
A su vez, sólo 18% de las personas consumidoras de noticias en México considera que los medios están libres de una influencia política indebida, según el Digital News Report 2022 (Soto Galindo, 2022), afectando la pluralidad de visiones en la discusión pública y generando desconfianza sobre el papel real de dichos actores. Esto no es solo una percepción, según el último estudio del Media Ownership Monitor México de 2018 ha detectado que de los 42 medios con las grandes audiencias más grandes en el país se han ubicado a 11 grupos empresariales que controlan la difusión de las noticias, presentando sus propietarios inversiones paralelas en sectores como la construcción, minería, servicios financieros y casinos.
Adicionalmente, de los 42 medios analizados se reparten en 25 compañías, como Grupo América Móvil, Grupo Multimedios o Grupo Empresarial Ángeles. Además, 9 de los grupos propietarios están formados por familias que participan en los medios desde hace dos o tres generaciones, por ejemplo los Azcárraga y la familia Vázquez, siendo los hombres quienes encabezan mayoritariamente dichos conglomerados como los tres los tres Francisco Aguirre (Grupo Radio Centro), los tres Joaquín Vargas (MVS Comunicaciones) y los dos Francisco González (Grupo Multimedios. Por último, el MOM 2018 señala que tres de los dueños se cuentan entre las diez personas más ricas del país: Carlos Slim Helú, Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga Jean. Si solo los grandes propietarios tienen la capacidad real para condicionar, deliberada o involuntariamente sus líneas editoriales, los enfoques que estarán en disputa en el clima de opinión, las personas buscarán alternativas que satisfagan sus necesidades y formen, en su defecto fortalezcan, sus identidades políticas.
Sin un cambio en el sistema de medios de comunicación donde se ponga al centro el derecho a la información, así como el valor público de los datos, para la defensa y autonomía de las personas será difícil pasar un proceso como el que transita actualmente la coyuntura de nuestro país: la oportunidad de una polarización para redefinir el rumbo con procesos más pedagógicos, transparentes y plurales o el peligro a una cerrazón que estabilice a nuestras comunidades.
Profundización de la democracia: pluralidad, transparencia, pedagogía y apertura en el sistema de medios de información
“Un afecto no puede ser reprimido ni suprimido sino por medio
de un afecto contrario y más fuerte que el que ha de ser reprimiedo”.
-Spinoza
Profundizar nuestra democracia pasa por nuestra capacidad de imaginar otro horizonte de lo posible respecto al papel de los medios de comunicación en la opinión pública, la desinformación, la polarización y la formación del sentido común de las sociedad modernas. En palabras de D´Ancona (2017), ante el catastrofismo, el miedo y el descrédito, “el contraataque debe ser emocionalmente inteligente y rigurosamente racional”, se debe pensar en cómo presentar emocionalmente dicho cambio, es decir, en pensar en su traducción en la vida cotidiana de las personas, no solo en un nivel argumentativo-racional, sino emocional y potencial de vida. No es solo hablar de los hechos y la información, sino del sistema de medios de comunicación y de información en su conjunto. Por ello, a continuación se enumeran algunas propuestas para afrontar los problemas antes mencionados.
Partir de la importancia de los datos. Debemos crear instituciones y organismos democráticos, con mecanismos de control, para articular los grandes volúmenes de datos, así como el progreso tecnológico alrededor de todo este fenómeno. La formación digital de las personas que ocupan cargos de funcionarios públicos, así como la incorporación de técnicos en la materia debe ser una acción necesaria para acompañar este proceso; existen grandes iniciativas como la Agencia Digital de la CDMX, la cual es la institución que puede abrir las puertas a la creación de organismos similares en toda la República. Por ejemplo, se pudieran otorgar recursos económicos, humanos y técnicos al IEPC para lograrlo, por lo menos en lo relativo a materia electoral: la expansión al monitoreo de medios digitales para pasar a la localización de bots, trolling, fake news y astroturfing. Pudiendo partir de ejercicios en algunas redes sociales como Facebook y Twitter para la elaboración de diagnósticos para lograr eventualmente un paso a un mayor número de redes sociales fiscalizadas, así como adquiriendo facultades vinculantes y de recomendaciones. A la vez, debemos impulsar procesos pedagógicos y cívicos que trascienden el escenario de las instituciones gubernamentales para fomentar una cultura social donde se entienda la importancia de la relación del individuo con la sociedad, así como con su información.
Respecto al conjunto del sistema de medios, la respuesta no parece ser solo su regulación en términos restrictivos. Ampliar la apertura que democratice la discusión pública y la disputa del sentido común son lo más coherente con lo expuesto a lo largo de este ensayo. Propuestas como las presentadas durante la campaña presidencial de Gabriel Boric en Chile enfatizaban “fortalecer un ecosistema de medios diverso y descentralizado, pluralista, con un sistema público robusto, que asegure su sustentabilidad económica y social” (Varela & Herrera, 2021). Siguiendo un sistema basado en la BBC del Reino Unido, se propuso la creación de cuatro medios de comunicación públicos autónomos hacia un “Nuevo Sistema de Medios Públicos” (NSMP): 1) uno informativo, 2) uno cultural, 3) uno pedagógico y 4) uno enfocado en los pueblos originarios; con paradigmas de generación de carreras periodísticas-comunicacionales, de investigación, análisis y artísticas que puedan brindar elementos técnicos, pedagógicos y de ocio para promover el derecho a la información de manera atractiva pero también estratégica. Además se propone aumentar el porcentaje de apoyos de medios públicos locales, así como comunitarios y de diversos sectores de la sociedad en prensa, televisión, radiodifusión e internet, generando facilidades, capacitación y apoyos para su creación, desarrollo, así como consolidación.
A su vez, se propuso la creación del Consejo Regulador de las Comunicaciones (CRC) enfocada en una Defensoría de las Audiencias que vele por las denuncias de la sociedad en torno a la calidad de los contenidos de los distintos medios, desarrollar programas de educación continua respecto al consumo de medios, el derecho a la información y protección de datos personales, así como por velar por la transparencia de todo el ecosistema de medios de comunicación y empresas afines (Varela & Herrera, 2021). Dado el contexto mexicano, también resulta urgente incorporar a dicho sistema mecanismos de garantía y defensa tanto de periodistas como de personas comunicadoras, buscando fortalecer sus condiciones laborales, de seguridad y de ejercicio de autonomía, así como de desarrollo profesional. Al igual, se debe incentivar los modelos de fact checking de información como los casos en nuestro país con la iniciativa Verificado 2018, el cual contaba con alrededor de 90 miembros plurales entre medios de comunicación y organizaciones civiles.
Conclusión
A lo largo de este ensayo se abordó el proceso de construcción del sentido común, la función de los medios en la esfera pública, la polarización y la importancia de la definición del sujeto político. Se destacó la dualidad de la polarización como un riesgo y una oportunidad que requiere el reconocimiento de las diferencias reales en la sociedad para construir sobre ellas. Se abordó el impacto de las fake news, la concentración mediática y los algoritmos en las sociedades mediante casos notables en democracias contemporáneas y se resaltó la desconfianza en los medios de comunicación en México, subrayando la necesidad de repensar el sistema mediático para garantizar transparencia y pluralidad.
Se propuso la profundización de la democracia a través de medidas como la importancia de los datos, la regulación de las transnacionales tecnológicas y la redefinición de conceptos relacionados con el bien público y los derechos individuales. Se aboga por un sistema mediático más abierto y democrático, con propuestas específicas como la creación de medios públicos autónomos, la expansión de medios locales y comunitarios, y la creación de un Consejo Regulador de las Comunicaciones, así como la garantía de condiciones laborales y seguridad para las personas periodistas. En conclusión, para mejorar la vida de nuestras comunidades, es necesario generar condiciones sistemáticas que posibiliten que nuestra democracia sea efectivamente el gobierno del poder público en lo público.
Referencias
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