Genealogía de las sonrisas

Juan Pablo Martínez Díaz
7 min readApr 22, 2020

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Breviario de un pesimista esperanzado VIII: Del derecho a no estar bien

“La sonrisa es la bienvenida universal”.

- Max Eastman.

Figura 1.-Ilustración del Mecanismo de la fisonomía humana que muestra expresiones faciales provocadas por estimulaciones eléctricas (Wikiwand, s.f).

En 1862 (Wikiwand, s.f), el médico francés Guillaume Duchenne descubrió la forma de distinguir entre una sonrisa honesta y espontánea y una falsa (Figura 1.), esto por medio de experimentos estimulando las expresiones faciales con cargas eléctricas-método claramente carente de una ética del cuidado. Hoy en día se afirman que hay 19 tipos de sonrisas -reflejados en un estudio de la Universidad de San Francisco, en California- sin embargo sólo 6 se ocurren cuando estamos pasando un buen momento, el resto expresan desde dolor, vergüenza, incomodidad, hasta expresar horror e incluso tristeza (BBC Mundo, 2017). En general reflejan no cómo nos sentimos sino cómo queremos mostrarnos a los demás.

Debido a esta pandemia, en específico debido al aislamiento en los hogares, creo que se ha visto disminuido el uso de este umbral de sonrisas, en específico la sonrisa falsa, la cual se utiliza con el fin de querer aparentar que se siente felicidad cuando no es así. Esto ya que hemos reducido el número de interacciones en variedad de personas y en cantidad con otras personas cara a cara, siendo la mayoría de estas interacciones vía virtual. Así, estos días hemos videollamado solo con esas personas que queremos ver, a reserva de tener que hacerlo por obligaciones laborales o académicas, viéndose limitada las interacciones forzadas. Esto no quiere decir que no se sigan produciendo, al contrario, pueden repetirse con personas de mucha confianza que vemos a lo largo de esta cuarentena; sin embargo, la necesidad de su utilización ya no es constante. Inclusive las personas que tienen la necesidad salir y usan cubrebocas no tienes la necesidad-por lo menos consciente-de producir las sonrisas falsas, ya que ni se ven. Aclarar que cuando menciono sonrisa falsa, no es con la intención de querer dar un rango inferior a otros tipo de sonrisa, ya que todas son útiles y necesarias en cierto sentido, lo que planteo analizar aquí, es el trasfondo social que puede explicar la masificación de este tipo de sonrisa.

Descripción superficial:

La sonrisa genuina o “sonrisa de Duchenne”, por el investigador antes mencionado, implica la contracción voluntaria e involuntaria de dos músculos: el cigomático mayor (elevando las comisuras de la boca) y el orbicular del ojo (elevando las mejillas y produciendo patas de gallo alrededor de los ojos); siendo todo esto controlado por el sistema límbico-el centro emocional del cerebro-(Durayappah-Harrison, 2010).

Una sonrisa falsa implica la contracción de solo el mayor cigomático, ya que no podemos contraer voluntariamente el músculo orbicular del ojo. Está controlada por la corteza motora (Durayappah-Harrison, 2010). Comparar en la figura 2.

Figura 2.- Sonrisa Duchenne (Rojo) y sonrisa falsa (azul). (La Vida Lúcida, 2017)

Descripción densa:

La primera reflexión, quizás el significado más obvio de este gesto, sea el de inducirnos a sentir felicidad. En un estudio realizado por Strack, Martin y Stepper (1988) se encontró que las personas a las que se les dijo que sostuviera un bolígrafo entre los dientes, forzando a sus caras a tener la forma de una sonrisa, calificaron los dibujos animados como más divertidos que aquellos que sostenían un bolígrafo entre sus labios para hacer un puchero. Así, el impuesto externo que nos exige una sonrisa de vuelta, es a la vez una imposición de aparentar felicidad sin sentirla. Por ello una sonrisa falsa es mucho más que un engaño, en un empuje a producir efectos de felicidad, sin sentirla. ¿Que puede producir todo esto?

Otro estudio publicado por Grandey, Frone, Melloy y Sayre (2019) encontró que los trabajadores de servicios que se sintieron obligados a dar una sonrisa a los clientes durante todo el día tenían un mayor riesgo de sufrir alcoholismo. Estas conclusiones dirigen a pensar que el uso masivo de una sonrisa falsa produce un malestar debido a la falta de algo genuino. ¿Habrá entonces una razón para hacer que estas sonrisas, necesarias hasta cierto punto, se masifiquen?

Para tratar de responder esto debemos volver o a mediados del siglo XVIII a París. La corte francesa había insistido en el mantenimiento de posturas y gestos serios en el alto sector de la sociedad, esto debido a que varios dientes de este sector social se habían echado a perder por el consumo excesivo de azúcar, pero también fue porque sonreír era considerado de alguien plebeyo o loco. Para entender por qué tienes que revisar la etimología. Sourire, sonrisa, proviene de sous-rire, una pequeña risa, y la risa era algo que definitivamente pertenecía a las clases bajas, pues rompía el límite entre el cuerpo y el resto del mundo. Cabe señalar que esto no era así para la aristocracia francesa, pues se consideraba que quien reía a carcajadas denotaba un símbolo de disidencia social y política-podemos inferir que este sector era la burguesía (Hughes, 2018).

Figura 3.- Madame Molé-Reymond (Vigée Le Brun, 1786)

Pero en la década de 1760 todo cambió. La nobleza empezó a ceder ciertos privilegios y las sonrisas inundaron las calles de la capital gala, los burgueses habían comenzado a hacerlo en el trabajo y en los cafés, dicen que hasta se contagiaba. El público lector parisino se obsesionó con Clarissa (1748) de Samuel Richardson, no tanto por la trama desbordada sino por la sonrisa encantadora de la heroína. Más tarde, la Nouvelle Héloïse de Rousseau (1761) se convirtió en el símbolo de cómo una sonrisa entre lágrimas logra mantener a todos alegre apesar de las adversidades (Hughes, 2018).

Cuando la Revolución llegó en 1789 parecía haber todas las razones para saludarla con una sonrisa. Pero en 1793, terminado el periodo liberal-reformista de la revolución, el jacobinismo degeneró el lo que hoy conocemos como el Reinado del Terror-Terreur-, así para los liberales burgueses sonreír era arriesgarse a parecer un falso amigo en tiempo de crisis, era mejor no hacerlo (Hughes, 2018). Ya todos sabemos como terminó la historia, el único con una sonrisa en el rostro resultó ser Napoleón. Y si bien no podemos generalizar esta experiencia histórica a la totalidad de la explicación de por qué hay sonrisas falsas de forma masificada, podemos tomar varias reflexiones.

La sonrisa como símbolo de disidencia ante el poder serio, felicidad ante la desesperanza. Sonrisa y felicidad hechos sinónimos-aunque ya vimos que hay sonrisas por muchas razones, todas legítimas y útiles-, con el fin de la Ilustración, la posterior época industrial y la llegada de la modernidad, dicha felicidad se emparejó al concepto de desarrollo. Así, alguien que está en desarrollo, es feliz y necesita sonreír para demostrarlo. Podemos agregar otras reflexiones extraídas de conversaciones con una amiga de mi carrera y un antigua amistad de hace varios años que va en otra universidad. La sonrisa genuina es inconsciente, o por lo menos se produce de esta forma aunque la felicidad sea consciente. Del otro lado, la sonrisa falsa es consciente en su aparición pero no necesariamente en su razón de producirse. Un ejemplo sería una sonrisa que realiza una mujer en la calle al pasar, la costumbre lleva a producirla, pero el imaginario que tienen los hombres respecto a esa sonrisa es de un catalizador sexual, por lo que muchas mujeres aprenden a controlar esas sonrisas involuntarias en manera de defensa, y probablemente haciendo que una sonrisa genuina reciba también un control parecido debido al miedo al peligro de una posible agresión.

De la misma forma que trabajadores en tiendas departamentales el imperativo categórico de los individuos en una modernidad líquida implica una sonrisa perpetua como símbolo de bienestar debido al desarrollo social, una que oculta el desasosiego y disgusto por la existencia, prefiriendo llenar ese vacío con paliativos emocionales. Me recuerda a una conversación con una querida amiga donde me reclamaba no responder con carcajadas ante los mensajes que me enviaba, yo le preguntaba “¿Prefieres una risa falsa, entonces?”, a lo que me respondió que sí, eso la hacía sentir mejor. ¿Será entonces esta masificación de las sonrisas falsas sea una respuesta a los vacíos existenciales por llenar? Son una forma de negar que las cosas están mal, quizás por ello en esta pandemia es que no las vemos mucho: es difícil de negar, estamos mal. Por ello creo firmemente en el derecho a no estar bien, porque solo con él hay un pretexto a buscar sonrisas genuinas al salir de este confinamiento.

Referencias:

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Juan Pablo Martínez Díaz
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Written by Juan Pablo Martínez Díaz

Gestión Pública y Políticas Globales en ITESO. Pesimista esperanzado. Saude. Ciencia(s). Municipalista tapatío. Planificar la utopía.

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