De Tlatelolco a “el Halconazo”
Redescubriendo la política XII: Quiebre en el sistema
Contexto global: la crisis del sistema-mundo
El año de 1968 marcó el fin de un largo periodo de la hegemonía del centro liberal en el planeta, fue el resultado del descontento sobre el funcionamiento del sistema-mundo, fue un terremoto cultural que provenía de la desilusión de los movimientos sociales pasados que no lograron cumplir por completo su cometido (Wallerstein, 2013). En el 68 fue creado el Club de Roma, una ONG contra el cambio climático que ya vislumbraba los límites del crecimiento del sistema económico capitalista, fue el estallido de la Primavera de Praga, el Mayo Francés, las movilizaciones estadounidenses contra la Guerra de Vietnam, por mencionar las manifestaciones más importantes que acontecieron en el mundo (Gómez, 2015). Sin embargo, que un sistema entre en crisis no significa que deje de funcionar de manera habitual,sino que se buscará ajustarlo, y como escribió Gramsci (2009), “la actividad política es en la superestructura”, la única vía de transformación más profunda de la sociedad, es la del cambio a mediano plazo, que no ceda ante la presión, ni que cae por su abrupta ineptitud en la fugacidad, entra en la disputa por la memoria; Wallerstein (2013) proclama que “necesitamos intentar comprender qué está sucediendo, decidir qué dirección queremos tomar y definir cómo actuar en el presente de modo que las cosas se mueven en el sentido que preferimos”, esa es la importancia de entender lo que pasó aquel año del 68 y sus posteriores, etapa en que la división, la crisis de la autoridad y de la hegemonía resultaron de la lucha entre la sociedad civil y la sociedad política (Gramsci, 2009). No solo es una disputa por la memoria, es por el futuro.
El 68: Contra la modernidad y el autoritarismo
“[El 68 surgió] así como la necesidad social e histórica de independencia política del conjunto entero de la sociedad mexicana” sentenció Revueltas (Rosenberg, 2009)
Mientras en el mundo surgían los movimientos estudiantiles, en México, a principios de los sesenta comenzó a frenarse la expansión económica del Milagro Mexicano, así como se inició un proceso de desnacionalización de la economía que implicó la expulsión de grandes franjas de la población (Rosenberg, 2009). México era una nación juvenil: constituían 55 por ciento de la población total. Si bien el analfabetismo era alrededor del 30 por ciento del total de la población nacional, en el Distrito Federal éste era inferior a nueve por ciento. Había más de 100 mil estudiantes, cerca de 250 mil considerando preparatorias, vocacionales y enseñanza normal, en la capital del país (Gómez, 2015). Entre 1958 y 1959, se vivieron movilizaciones de ferrocarrileros exigiendo el aumento de salario, solidarizándose con ellos los telegrafistas, petroleros y maestros mediante paros totales y parciales, siendo la represión del gobierno muy severa, 9 mil ferrocarrileros fueron despedidos,otros detenidos, golpeados y los locales sindicales fueron ocupados por la policía y el ejército (Reyna y Trejo Delabre,1981). Ya electo Gustavo Díaz Ordaz, se había vivido una huelga médica, entre 1964 y 1965, que serviría a los estudiantes-uno de los grupos más vulnerables de todo el sector de medicina- para inicar en la experiencia de la movilización mediante un paro nacional que exigía los aguinaldos que no se les otorgaron. Como resultado, muchos fueron colocados en una lista negra para impedirles reubicarse en cualquier otro lugar del país, los líderes no sólo fueron cesados sino perseguidos (Gómez, 2015). Así se rompió el espejismo de la armonía social, salió a la luz la insensibilidad estructural (Fillieule & Tartakovsky, 2015). Empezó 1968 y los Juegos Olímpicos de México eran la oportunidad para abrir las puertas de la modernidad a la nación, el prestigio estaba en juego en medio de una crisis apunto de estallar.
Inicio del conflicto
Los acontecimientos del 22 julio de 1968 cuando, ante un enfrentamiento estudiantes de vocacionales y preparatorianos, la policía intervino violentamente, serían la gota que derrame el vaso. Se conformaría la organización estudiantil integrada por estudiantes de Politécnicos, Preparatorias, Vocacionales y Universidades Nacionales: el Consejo Nacional de Huelga (CNH), órgano representativo del movimiento estudiantil (Rosenberg, 2009). El primero de septiembre , día del cuarto informe presidencial, Díaz Ordaz llamó a una manifestación en apoyo del gobierno , a la cual acudieron miles de burócratas acarreados, así como sentenció, bajo su miedo al “comunismo” que emergía en la sociedad, lo que estaría por venir en la Plaza de las Tres Culturas: “Hemos sido tolerantes hasta excesos, pero todo tiene un límite.” Cabe señalar que Díaz Ordaz recibía un sueldo de la CIA como parte de la operación “LITEMPO” en México, la cual contaba al menos con 12 agentes, entre ellos Díaz Ordaz y Luis Echeverría, con la intención de obtener información política para el freno de la llegada de los ideales socialistas a México (Nájar, 2018). Tras los hechos ocurridos en el informe presidencial, se llevó a cabo una manifestación el 13 de septiembre, “la Marcha del silencio”, donde los estudiantes iban simbólicamente vestidos de blanco, custodiados por brigadas en líneas de orden de estudiantes de Medicina, Trabajo Social, Veterinaria y Enfermería, todos en bata de trabajo blanca, fue una apuesta por la paz y por el diálogo (Gómez, 2015).
Encausado el movimiento por el CNH, se logran identificar dos vertientes dentro: la “democrática” y la “revolucionaria”, ambas rechazaban el corporativismo del Estado y la represión sistemática , repudiaban la retórica democrática de la mística revolucionaria que escondía el orden piramidal priísta, de ahí su agrupación con los jóvenes clasemedieros radicales del CNH. Sin embargo la primera vertiente se distinguía por una retórica liberal-institucionalista y la búsqueda del diálogo, compuesta principalmente por un sector de clase media-burgués de profesionistas, profesores y padres de familia. Mientras que la segunda, constituido por miembros de la izquierda universitaria, planteaba la necesidad de “ruptura y enfrentamiento” y la convocatoria de los sectores populares a abolir el Estado burgués (Rosenberg, 2009). Ahí radica la pluralidad del movimiento puesto que no es unificado, es complejo y es político ( Melucci, 1999).
La CNH logró encauzar las demandas en el “Pliego Petitorio”: libertad a los presos políticos (no sólo a los del movimiento), separación incondicional del jefe de la policía metropolitana, la supresión definitiva y no sustitución del cuerpo granaderos, instrumento directo de la represión. la derogación de los Artículos 145 y 145 bis del Código Penal conocidos como aquellos que castigan el delito de disolución social, que criminalizan la protesta social, indemnización a las víctimas de la represión o sus familiares , así como el deslinde de las responsabilidades jurídicas e históricas de la represión ejercida durante el movimiento (Gómez, 2015). A partir de ahí el movimiento generó formas de organización diversas que no solo buscaban eficientar el logro de su objetivo, sino establecer nuevas formas de relación política ante el Estado. La autogestión académica consistía en asambleas coordinadas por el CNH que fomentaran la democracia directa y la libre expresión de quienes se solidarizan con la causa; siendo esta autogestión sólo un primer paso hacia una autogestión de la sociedad. Este objetivo se fue buscando por medio de la realización de “brigadas políticas”, asambleas más allá de la universidad que funcionaban como pequeñas células, autónomas entre sí, que mediante publicaciones, volantes y pequeños mítines buscaban desprestigiar el sistema político y difundir una visión alternativa. (Rosenberg, 2009).
El movimiento se extendió, “el periódico Excélsior del 23 de septiembre reportó movilizaciones estudiantiles en Monterrey, la protesta del Rector de la Universidad de Yucatán, la continuidad del paro de la Universidad Autónoma de Morelos, el inicio de la huelga en la Universidad Autónoma de Baja California, paros en siete escuelas de la Universidad de Chihuahua” (Gómez, 2015). Llegó el 2 de octubre, el mitin empezó a reunirse desde temprano y empezó aquello que ya todos conocemos: el batallón Olimpia- grupo paramilitar identificados con un guante blanco-estaba desplegado en los edificios, rodeando a los estudiantes.Ocurrió la Matanza. Días después empezaron las Olimpiadas y Gustavo Díaz Ordaz apareció en el estrado del Olímpico Universitario, en medio de una rechifla gigantesca acompañó su discurso inaugural. El CNH lanzó el Manifiesto del 2 de octubre, donde sus objetivos se radicalizaron tras los hechos y su visión marcaría los objetivos del movimiento estudiantil mexicano hasta la actualidad: “La organización estudiantil deberá concluir necesariamente en la organización popular que oponiéndose a las trabas que frenan el desarrollo histórico de México convierta en realidad el lema de nuestro movimiento: Libertades Democráticas” (Gómez, 2015), en diciembre el CNH fue disuelto tras el regreso a clases.
Los herederos del 2 de octubre: La UANL, “el Halconazo” y la continuación de la lucha
En 1970, aires de la represión del 68 se sentían por todo la República, pero en Monterrey se vió la principal movilización posterior. Ese mismo año el gobernador de Nuevo León expidió tres decretos: uno que concedió la autonomía a la universidad, autorizar al consejo universitario elegir al nuevo rector y la creación de una comisión de profesores y alumnos que redactaría un proyecto para una nueva ley orgánica, contemplando así la creación de un órgano supremo de la universidad llamado asamblea universitaria, integrado por maestros y alumnos, objetivo perseguido por la izquierda universitaria y el partido comunista de Nuevo León. Sin embargo a principios de 1971 el gobierno del estado redujo el presupuesto universitario y creó su propio proyecto de ley orgánica, con su propia Asamblea Universitaria (De la Garza Toledo, Eje Mendoza & Macías García, 2014). Maestros y estudiantes repudiaron lo ocurrido y los paros no cesaron en la universidad, siendo los reclamos ya no ante autoridades académicas sino con las del gobierno regiomontano. En la UANL se inició la fase radical del movimiento de la década de los setentas, pues surgieron grupos políticos que ya no buscaban solamente la democratización de la universidad, sino constituir un movimiento político revolucionario-conformado principalmente por ex-militantes de las juventudes comunistas y del socialcristianismo- con base en la lucha armada como defensa ante la represión vivida en los sesentas, empezando a tejer redes y a plantear tesis relacionadas a los “enfermos” de Sinaloa y a los guerrilleros urbanos de Guadalajara (De la Garza Toledo, Eje Mendoza & Macías García, 2014).
Inspirados por lo que había pasado en Monterrey y buscando solidarizarse con la causa y continuación del movimiento universitario, así como la eliminación de grupos porriles en las universidades, un jueves de Corpus Christi del 71, estudiantes del IPN y la UNAM salieron a las calles; sin embargo fueron atacados a tiros por paramilitares en la calzada México-Tacuba para evitar que se movilizaran. Esos paramilitares se llamaban “los halcones” provenientes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas capacitados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Japón, de donde provenían miembros del Batallón Olimpia, también ligados a la Dirección Federal de Seguridad (Castillo, 2008) . Eran reclutados entre estudiantes en edad universitaria con nexos al PRI, se les otorgaba educación universitaria, pago en dinero y la promesa de ingresar al partido (Doyle, 2003). “El Halconazo” fue entonces una muestra más de la insensibilidad del sistema (Fillieule & Tartakovsky, 2015) y la dureza creciente que se viviría los siguientes veinte años en ciudades como Guadalajara, Monterrey y Culiacán.
Memoria colectiva: de los mártires, la denuncia y la impunidad
Amargos triunfos y derrotas profundas. El triunfo de los “sectores profesionistas” se vió en las medidas que tomó Echeverría de “apertura democrática”, que dieron lugar al cumplimiento de algunos de los postulados del “Pliego petitorio”(Rosenberg, 2009). A pesar de esto el 68, la UANL y el 71 quedaron inmersos en la memoria, quedó claro que el sistema empezaba a romperse y que era posible organizarse y enfrentarlo, pero también quedó clara la brutalidad con la que se defiende el mismo, causando miedo en amplios sectores sociales. La memoria de denuncia, el famoso “2 de octubre no se olvida”, no consiguió una buena audiencia pública, colocarse en el centro de los debates públicos para conseguir la resolución de las demandas más allá del Pliego Petitoria y la “apertura”. Así quedó incrustada la idea de que individuos que se comportan en forma ordenada eran considerados ciudadanos, aquellos entendidos junto a la modernización, por lo que la idea de ciudadanía estaba enraizada en la visión empresarial de crecimiento económico, como consecuencia de la expansión del mercado interno, así como estaba enraizada a la vía institucional para llevar el conflicto a la vez que lo frenaba (Tamayo, 1998).
Los muertos son leídos como dotadores de sentido a la nación a través de la lucha por la democracia y la justicia social (Allier Montaño & Vilchis Ortega, 2017).Así el PAN, aprovechó este escenario para plantear una alternativa, sumando sus crecientes victorias locales y compromiso liberal de defensa de la democracia para aglutinar a la oposición -desde la democracia cristiana, humanismo y el liberalismo hasta el conservadurismo y fascismo- llamando la atención del sector profesionista y la clase media del resto del país. Legalizados los partidos de izquierda, en espacial el Comunista, formarían después al PRD, que serviría como el canal de la izquierda urbana mexicana para seguir con su lucha. Con este escenario, el de la visión de los partidos como única vía legítima de oposición, facilidad de agrupaciones paramilitares y la DFS, la disputa por la memoria de los “mártires” y su criminalización, la organización estudiantil radicalizándose a la vez que se fractura, se daría escenario a las siguientes dos décadas de lucha en el país: la Guerra Sucia.
Referencias:
- Allier Montaño, E. , & Vilchis Ortega, C. I. (2017). México, 1968: violencia de Estado. Recuerdos del horror. <i xmlns=”http://www.w3.org/1999/xhtml">Theomai, </i>(36), undefined-undefined. [fecha de Consulta 4 de Noviembre de 2019]. ISSN: 1666–2830. Disponible en: <a xmlns=”http://www.w3.org/1999/xhtml" target=”_blank” href=” https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=124/12453261006"> https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=124/12453261006</a>
- Castillo, G. (09 de Junio de 2008). El halconazo, historia de represión, cinismo y mentiras se mantiene impune. La Jornada.
- De la Garza Toledo, E., Eje Mendoza, T., & Macías García, L. (2014). El otro movimiento estudiantil. Madrid, España: Plaza y Valdés Editores.
- Doyle, K. (10 de junio de 2003). «The Corpus Christi Massacre. Mexico’s Attack on its Student Movement, June 10, 1971». The National Security Archive. Consultado el 10 de junio de 2016.
- Fillieule, O. & Tartakovsky, D. (2015). La manifestación: Cuando la acción colectiva toma las calles. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
- Gramsci, A. (2009). La política y el Estado moderno. Madrid, España: Diario Público.
- Gómez, L. E. (2015). 1968: Demografía y movimientos estudiantiles. Papeles de población, 21(85), 255–290. Recuperado en 04 de noviembre de 2019, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-74252015000300009&lng=es&tlng=es.
- Melucci, Alberto (1999).Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. El Colegio de México. Capítulo 1. Teoría de la acción colectiva. https://www.ses.unam.mx/docencia/2016II/Melucci1999_AccionColectivaVidaCotidianaYDemocracia.pdf
- Nájar, A. (2018, 2 octubre). El controvertido (y poco conocido) papel de la CIA en el conflicto estudiantil de 1968 en México. Recuperado 16 noviembre, 2019, de https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45662739
- Ramírez Saíz, J. M. (s.f.). ¿Qué es un movimiento social? Teorías y metodologías para su estudio. Guadalajara, México: Universidad de Guadalajara.
- Rosenberg L. (2009). El movimiento estudiantil mexicano. De la “Masacre de Tlatelolco” al “Halconazo”. XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología. VIII Jornadas de Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Asociación Latinoamericana de Sociología, Buenos Aires.
- Tamayo, S. (1998). Modernización y ciudadanía. El Estado, los empresarios y el PAN frente al movimiento estudiantil de 1968. Sociológica, 13(38), 50–78.
- Wallerstein, I. (2013). Análisis de sistemas-mundo: Una introducción (3ª ed.). Madrid, España: Alianza Editorial.