Ciudades sin miedo: la paciencia en el proyecto municipalista

Juan Pablo Martínez Díaz
14 min readJul 27, 2023

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La victoria de Ciudad Futura en las internas del peronismo rosarino y la contrahegemonía al sentido común

La celebración histórica del equipo central de Rosario Sin Miedo tras las PASO.

“El verdadero desafío de la izquierda no es ganar, es durar”.

- Juan Monteverde

Cuando todo parecía perdido, ganó la esperanza. Ciudad Futura, por medio de la coalición “Rosario Sin Miedo” con el Movimiento Evita, triunfó en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO, comúnmente simplificado) del espacio peronista por la intendencia en la ciudad más poblada de la Provincia de Santa Fe y la tercera de la Argentina, convirtiéndose en quienes lleven la batuta del proyecto progresista en la ciudad, con amplias posibilidades de obtener la victoria electoral el próximo 10 de septiembre.

El Partido para la Ciudad Futura –cuyo nombre se inspira en un periódico editado por Antonio Gramsci- proviene de los movimientos sociales en defensa del territorio, los feminismos, el combate a la desigualdad y a la insuficiencia alimentaria, específicamente surgiendo de la agrupación Giros, donde nacieron políticamente Juan Monteverde y Caren Tepp, así como del Movimiento 26 de Junio Darío Santillán, espacio militado por Pitu Salinas. Con un pie en el territorio y otro en las instituciones construyeron una hipótesis de partido ingenioso, participativo y con el objetivo claro de ganar la ciudad de Rosario con un proyecto municipalista. En su primera elección a intendencia quedaron a nada de meter un concejal, en la segunda metieron tres. En el camino, Eduardo Trasante, fue asesinado en 2020 luego de haber sido elegido concejal. Hoy, Ciudad Futura tiene el bloque más grande del parlamento rosarino con cinco concejalías, lo que le ha permitido aprobar la creación de una Empresa Pública de Desarrollo Urbano y del Plan de Integración Sociourbana para el barrio Nuevo Alberdi, uno de los más excluidos de toda la ciudad y uno de los lugares cuna del movimiento futurista.

El bloque de Ciudad Futura, el más grande del parlamento rosarino. Cinco concejalías: cinco concejales: Caren Tepp, Pitu Salinas, María Luz Ferradas, Jesica Pellegrini y Juan Monteverde.

Diez años después y con seis elecciones vividas, lograron dar el sorpasso al peronismo en la ciudad. Acordaron la conformación de unas primarias dentro del peronismo, espacio hegemónico en la izquierda argentina desde el siglo XX, logrando garantizar su autonomía y una diferenciación respecto a los acuerdos nacionales del Partido Justicialista y el oficialismo de Unión Por la Patria, la coalición gobernante en el país. “Dejar de ser para ser más” sentenció Monteverde, parafraseando la idea sobre el amor de Hegel, para justificar la decisión de la coalición. Con el acompañamiento de figuras del peronismo local como Eduardo Toniolli, Lucila de Ponti y Gerardo Rico, Ciudad Futura consiguió en las PASO la misma cantidad de votos que había logrado en las dos últimas elecciones generales: 78 mil. Pero la fuerza municipalista lo tiene claro, no es suficiente ganar una elección para transformar una ciudad y mejorar la vida de la gente.

La militancia y simpatizantes de Rosario Sin Miedo celebrando la victoria en las PASO.

La radicalidad democrática del experimento municipalista: de Atenas a Rosario

La palabra política proviene del griego “Πολιτικά”, que hacía referencia a los “asuntos de las ciudades”. El término “ciudadanía” proviene del latín “civitas”, que significa “ciudad”. La democracia empezó en la polis ateniense. La política surgió en lo próximo, en los asuntos de las comunidades para resolver sus problemáticas, por organizarse para garantizar su estabilidad y la permanencia de un futuro mejor. Pasando por las ciudades griegas como Atenas, la Texcoco mexica, la Cusco inca o la Beijing china, hasta las nacientes ciudades-república de Florencia y Venecia en el Renacimiento, la Comuna del París y la Barcelona revolucionarias, las ciudades socialistas yucatecas de inicios del siglo XX o las experiencias “rojas” en Seattle, Londres y Manchester a finales de la guerra fría. A lo largo y ancho del globo, durante toda la historia, las ciudades constituyeron los bastiones del poder, así como fueron los núcleos de resistencia ante sus excesos.

Las ciudades, los municipios, son las más cercanas a las personas, las que tienen mayor capacidad de empatía para resolver sus problemas, así como las que requieren mayor capacidad de imaginación para con poco, realizar mucho. Sin embargo, la construcción de Estados-Nación fue reduciendo la capacidad de acción, tanto administrativa como financiera, de las ciudades, mermando su grado de importancia política en el imaginario de las personas. Resulta ahora más importante la Presidencia que la Alcaldía y el Senado que el Ayuntamiento o el Congreso local. El acaparamiento de facultades de los gobiernos nacionales o estatales los ha hecho inflexibles, lentos y en muchos casos antipáticos ante las necesidades de sus comunidades.

Las ciudades siguieron rebeldes pero dispersas. La red de Ciudades sin Miedo ha pretendido articularlas como alternativa a las diversas crisis internacionales que vivimos. Ante organismos multinacionales distantes y con poca capacidad de incidencia, redes de ciudades flexibles, veloces y aunque limitadas, con voluntad transformadora. Sus principales impulsores, Barcelona en Comú fueron un gran ejemplo de esta potencialidad al gobernar el ajuntament de Barcelona con Ada Colau a la cabeza. Empresas pública de energía renovable, dentista y salud mental públicos, modelos de gestión de proyectos participativos, habilitación de espacios comunitarios culturales, vivienda pública y modelos de urbanismo que ponen al centro los ecosistemas y la movilidad no motorizada, el derecho al ocio y al descanso. Todo en tan solo 8 años. Lideraron las llamadas ciudades del cambio en España a partir de 2015 -Madrid, Cádiz, Valencia por mencionar algunas- y siendo la última en mantenerse en pie hasta este 2023 -conservando un importante respaldo popular y electoral.

Giorgio Jackson junto a militantes de Revolución Democrática en Chile. Áurea Carolina celebrando su elección en Belo Horizonte. Ada Colau y los comuns celebrando su primera victoria en el Ajuntament de Barcelona.

Esa experiencia sirvió para traspasar, así como aprender, conocimientos con las comunidades Kurdas en Oriente Medio, con los experimentos ecologistas y comunitarios en Francia e Italia, con los movimientos autonomistas en Hong Kong y con la lucha sindical en Nueva York. En todo el planeta, el movimiento municipalista iba en avanzada. En Latinoamérica no hubo excepción: Belo Horizonte vivía su propia experiencia con Áurea Carolina, Valparaíso y Santiago veían al naciente Frente Amplio; y la Argentina, vislumbró un faro de luz con Ciudad Futura. Rosario, parece, después de la salida del gobierno de los comuns en Barcelona, el centro del municipalismo global. Pero atodo esto ¿qué es el municipalismo?

“El municipalismo es dejar de esperar” declaró Monteverde en el encuentro municipalista global Ciudades Sin Miedo de 2023, llevado a cabo en Rosario. Me dejó pensando. Para mí, esto tiene tres implicaciones:

  1. - Dejar de esperar a la historia. Hay una vieja creencia en las izquierdas, de que el capitalismo caerá por su propio peso, que la misión histórica y fundamental de los sectores populares era seguir la guerra de clases como el motor inevitable de la historia. Dos siglos después de esa sobresimplificación de la tesis marxista, así como tras la complejización de las sociedades contemporáneas parece que pensar en una alternativa para construir un mejor futuro es una incredulidad. Dejar de esperar, porque nos están ganando el futuro para mal. “Solo la política puede derrotar a la historia” decía Pablo Iglesias. No basta con que las crisis se multipliquen para despertar la participación de las personas. La historia se construye, por lo tanto, es una acción constante y su devenir, así como la interpretación de su pasado, nos llama a activarnos.
  2. Dejar de esperar una solución externa. Lo dicho, las crisis contemporánea son múltiples y profundas. Desde la emergencia climática, la hipercontreación de la riqueza, el alza de los precios de la vivienda y los servicios, pasando por el crimen organizado trasnacional, la inseguridad extrema, la ofensiva de la extrema derecha, el aumento drástico de los trastornos mentales, hasta la privatización de internet, el autoritarismo tecnológico y la mercantilización de los datos, los cuerpos y la vida. El futuro no solo lo están ganando para mal, si no cambiamos, no habrá futuro -por lo menos para nuestra especie y las que estamos vinculados en nuestro macroecosistema. Si no tenemos que esperar el llamado epifánico de la historia, las crisis actuales son motivo suficiente para dejar de esperar a que alguien más actúe por nosotras, nos llaman a actuar mediante la organización para implementar soluciones urgentes y realistas.
  3. Dejar de esperar a los gobiernos nacionales y estatales. Vienen y van múltiples foros internacionales, simposios, firmas de acuerdos y tratados, que sí, son importantes y útiles pero que tardan en accionarse en el territorio, así como en diversas ocasiones el entramado burocrático y la lejanía política complica la ejecución de esas victorias. Si bien, esos órdenes de gobierno son estratégicos y necesarios para resolver las crisis, el primer campo de batalla, el más inmediato y el que hace cotidianas las alegrías son los municipios, los gobiernos locales. La defensa de los bosques y áreas verdes, el cuidado del agua, la salud mental pública, programas que redistribuyen la riqueza y promocione la creatividad, la organización y la solidaridad, son elementos del día a día transforman la realidad material y el sentido común. Los gobiernos locales pueden hacer, y mucho. Y no solo los entes públicos, las administraciones locales por su nivel de cercanía tienen la facilidad de coordinarse y cooperar con otros actores: sindicatos, partidos, empresas, academia, asociaciones vecinales, movimientos sociales, estudiantes. Tienen la facilidad de poder articular redes de contrapoder. Tienen la posibilidad de hacer entender que sí hay un mejor futuro posible.

Uno de los retos del municipalismo es salir de las grandes metrópolis para acompañar a los crecientes territorios periurbanos, así como a las comunidades rurales, las cuales también cuenta con una profunda tradición de movimientos localistas. Ser capaces de entretejer las diversas realidades de las comunidades permitirá multiplicar la imaginación y el poder de los gobiernos locales.

En ese sentido, el municipalismo es radicalmente democrático: otorga la agencia a las personas organizadas para solucionar sus problemas comunes. Confía en ellas, en sus errores y su capacidad de resolverlos. Confía en la valentía de las personas para liderar sus propias vidas, buscando la generación y contaste innovación para poseer las mejores herramientas para lograrlo.

Empezaba este texto con la cita de Monteverde “el verdadero desafío de la izquierda no es ganar, es durar”. Justamente el objetivo municipalista es generar las condiciones para una estabilidad que trascienda a los partidos y sus gobiernos, generar una irreversabilidad de los triunfos alcanzados. El municipalismo entiende que para lograrlo, requiere de las personas y su activación en diversos frentes, requiere, y lo han entendido a la perfección en Ciudad Futura, de una contrahegemonía que dispute el sentido común.

“Ganar espacios municipales es empezar a ganar pero perder en los municipios es perderlo todo”.

— Gonzalo Winter

Contrahegemonía: la disputa cotidiana por el sentido común

“En Rosario hay solo dos bandos, hay una sola grieta: las mafias, por un lado, y la gente decente, por el otro” delimitó en la contienda Juan Monteverde. La gente contra las mafias. Las mafias del crimen organizado, del cartel inmobiliario, de la política como un negocio que no pone al centro a la gente y su bienestar. Ciudad Futura lo ha tenido claro, ocupa a la gente, no solo a su militancia, no solo a quienes piensan como ellas, no solo a sus cercanas, ocupa a más, ocupa a todas.

Debía ser capaz de ser transversal, de hacer entender que aunque no todas las personas comprendan la emergencia climática, el cuidado del parque de su barrio está relacionado con la calidad del aire, la distribución del agua e incluso de la salud mental de sus vecinas. De hacer entender que no solo era una renta más cara para él, si no que es un sistema que afecta la forma en que vivimos las ciudades de manera estructural: la seguridad, la movilidad, el acceso a servicios y derechos. Que igual ella nunca había pensado en el fin del capitalismo pero que le hace sentido un trabajo digno en un modelo de economía alternativa, con precios justos y productos sostenibles. Disputar el sentido común, dejando de romantizar las banderas propias para sumarlas a las banderas de la gente. Pasar de las ideas de su gente, a las ideas de la gente.

Antonio Gramsci, intelectual y político comunista italiano.

Antonio Gramsci (1891–1937) creía que para que un proyecto revolucionario-transformador triunfe requería de una amplia legitimidad, es decir, que sea el proyecto dirigente de la opinión pública y del sentido común de su sociedad, lo cual no quiere decir que sea el proyecto dominante o en el gobierno. Para el autor italiano la sociedad civil -todo aquello fuera de los entes públicos- es un terreno en disputa, donde se puede construir contrahegemonías al poder establecido, incluso, plantea, son en realidad el espacio de lucha elemental, en las democracias modernas. Ganar el gobierno no es ganar el poder, eso es lo fácil, se requiere generar condiciones que posibiliten los cambios, su ejecución y su defensa constante. Herramientas que articulan esto son los partidos políticos. Dispositivos cuyo fin es la construcción y obtención del poder, pero si el poder no solo se obtiene tras los triunfos electorales, su obligación pasa por la capacidad de transformar las subjetividades, las prácticas, las agendas y las opiniones de una comunidad. El partido produce orden y disciplina, no en un carácter restrictivo e imperativo, sino que aglutina a un ideario y a quienes lo defienden de forma coherente y estratégica, así como de manera constante para que puedan socializar, retroalimentar y ampliar su proyecto para ganar el sentido común de su época.

Diálogo Directo en colaboración con la revista Crisis.

Dejar de esperar, requiere paciencia. Para poner en marcha Ciudad Futura ha pasado por años y caídas que le han colocado con las posibilidades que actualmente posee. Para hacerle frente al poder mediático y las fake news han hecho alianzas con revistas, portales web y radiodifusoras locales para transmitir programas de análisis y discusión. Ante la voracidad del mercado y la privatización del ocio, crearon centros culturales por toda la ciudad, Distrito 5, Distrito 6 o Distrito 7 por mencionar algunos, donde las vecinas encuentran editoriales independientes, toman talleres, laboratorios de hiphop, arte, conciertos y obras locales. Ante una creciente inflación, formaron proyectos de vinculación de mercados locales y sostenibles, para abaratar costos, generar empleos dignos, productos ecologicamente responsables y fomentar el crecimiento de la micro y pequeña empresa rosarina. Frente a la insuficiencia alimentaria, la generación de una Cooperativa para la producción de quesos y productos lácteos de alta calidad por debajo de precios de mercado, así como alianzas con cooperativas existentes para garantizar que no falten productos como la leche en los hogares. Para combatir el rezago educativo y la falta de oportunidades, la creación de La Escuela Territorial Insurgente Camino Andando (ETICA) para ofrecer a más de 100 estudiantes la posibilidad de terminar la secundaria y con la modalidad de educación para personas adultas.

La construcción de modelos de economía alternativa mediante la Cooperativa La Resistencia o alianzas con cooperativas ya existentes locales como Cotar para la producción de productos lácteos con precios por debajo de valor de mercado, con mayor calidad, cuidado de los ecosistemas y garantía de condiciones laborales justas.

No todo proyecto se desarrolló en la sociedad civil. La excelencia y transformación de la sociedad política también requerían de ejemplos de innovación y voluntad política. Caren Tepp decía “nuestra apuesta no es la integración a herramientas nacionales existentes sino a construir una red de experiencias municipalistas y generar nuevos instrumentos políticos, nuevas lógicas de construcción, de abajo hacia arriba. Eso se buscó con Ciudades Sin Miedo”. Un ejemplo claro, además de la ya de por sí arriesgada y disruptiva decisión por un proyecto municipalista, Ciudad Futura quiso impulsar institucionalmente uno de sus motores: los feminismos. Generaron una lista a diputadas conformada única y exclusivamente por mujeres activistas y trabajoras, con Tepp a la cabeza. Sus batucadas y barras feministas estiraron la normativa argentina al máximo, y si bien la justicia electoral rechazó la posibilidad, se generaron dos grietas: 1) las integrantes de Ciudad Futura anotaron “bajo rebeldía” a cinco candidatos masculinos que dejarían su lugar a las mujeres que los siguen en la lista, 2) consiguieron la emisión de un voto disidente del juez Santiago Corcuera en el cual expresó que “las cuotas de género se han constituido en mecanismos concretos que definen un piso mínimo y no un techo”. La fuerza rosarina dejó claro que son fundamentales la voluntad y la imaginación para cambiar el orden de lo posible.

Estos proyectos y sus ideas, ya no son solo de Ciudad Futura, son de sus comunidades y movimientos. La irreversabilidad, la victoria en el sentido común pasa por que incluso perdiendo posiciones electorales o encontrando dificultades en los gobiernos tus proyectos sean capaces de sostenerse por otros actores, la verdadera victoria pasa cuando incluso tus rivales tienen que aceptar esas conquistas o que intentando destruirlas solo puedan retrocederlas poco. Para ello, Gonzalo Winter, líder de la bancada del Frente Amplio en Chile, sostiene que no puede haber proyectos progresistas exitosos, sin organización, y no puede existir organización sin facultades y recursos materiales para garantizar la transformación de las comunidades más allá de los gobiernos.

La construcción de una agenda feminista, liderada por Caren Tepp, con impulso en las calles y propuestas institucionales disruptivas.

Si bien no todos estos procesos se pueden realizar en todas las comunidades por restricciones legales de cada realidad política, entender sus grietas para construir horizontes nunca antes planteados es el proyecto municipalista que garantiza que desde hoy, la vida puede ser mejor, aunque sea un poco. Esto genera una base solida de apoyo y legitíma a Ciudad Futura como un proyecto que pone al centro a su gente y que ejerce el poder para beneficio de su comunidad. La avanzada en los procesos electorales no ha hecho más que facilitar el desarrollo y multiplicación de estos proyectos contrahegemónicos.

Un futuro sin miedo

“Nadie se salva solo, nos salvamos en comunidad”

-Paulo Freire

Spot de campaña de Rosario Sin Miedo

“La libertad es no tener miedo” recita el spot de campaña de la fuerza municipalista. Creo tiene razón. En una realidad tan incierta donde dudamos de todo, hasta de nosotras, la seguridad es la condición necesaria de la libertad. No la seguridad en términos de armamento y policías, que claro en contextos de crimen organizado como el latinoamericano es urgente y necesario con enfoque de derechos humanos. Si no una seguridad donde nuestros proyectos personales se construyan en comunidad con la garantía de la empatía y la solidaridad. Juan Ponte, responsable de formación de Izquierda Unida, retomando ideas de Hegel, decía “mi libertad no termina donde empieza la de los demás. Mi libertad se hace con la de los demás”.

Para impulsar y consolidar transformaciones que beneficien a nuestras comunidades para ser realmente libres requerimos de partidos políticos con voluntad, que entiendan la importancia, urgencia y prioridad del municipalismo, que valoren y abracen a su gente, que tejan una red de posibilidad contrahegemónica, que busquen dirigir el rumbo de la discusión social y política, que confíe en su paciencia y en su actuar. El optimismo es un acto de rebeldía. Por eso generar las condiciones para comunidades cercanas, con esperanza y participativas, es la llave para ciudades optimistas, alegres, creativas, solidarias, es la llave para ciudades rebeldes, ciudades con futuro.

Gracias a todas las militantes y personas que han hecho posible Ciudad Futura. Gracias por su ejemplo e inspiración, hasta la victoria.

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Juan Pablo Martínez Díaz
Juan Pablo Martínez Díaz

Written by Juan Pablo Martínez Díaz

Gestión Pública y Políticas Globales en ITESO. Pesimista esperanzado. Saude. Ciencia(s). Municipalista tapatío. Planificar la utopía.

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